Hasta que sangre todo ese asfalto
tomarán la cerveza,
tomarán los blancos litros de cerveza,
porque el sol necesita quemar algo real en la calle.
Con sus t–shirts negras gritan vulgaridades al incienso,
y no saben proteger sus almas de nylon.
Para ellos, ha llegado la hora de botar las puertas,
la hora de romper los viejos relámpagos de palo,
tirados delante de los hoteles.
Vomitando es como dan,
antes del penúltimo cigarro.