Cush

Que la música
cubra los mugidos
de la medianoche.
Es la hora
de cubrir
las espinas dorsales
con suaves salmos.
Escupiremos la grasa
inconclusa.
Será como andar
sobre las aguas del lago,
como cantar
con una garganta
de ansiolíticos,
como sentir el Ritmo
Infinito que surge
de las manos
de los torturados.
Recordaré a Cush
subido sobre un carrusel
radioactivo,
o simplemente
caminando
a Santa Catarina,
en perfecta claridad tecnicolor.