Pronto o algún día nos iremos de Pana.
Nos pondremos amarillos y nos iremos de Pana.
El mundo volverá a ser una mujer y una aspiradora.
Subiremos a lo más alto de las torres del vacío blanco.
Pisaremos lenguas de mucho tedio.
Pronto, ¿cuándo?, no sé cuándo, pero pronto,
algún día, nos abriremos paso entre la bruma
hasta llegar a la ciudad y todos sus cuerpos como espejos,
la ciudad y sus marineros aullando por sangre
menos pura que la sangre ocre de Pana,
y nos patearán en la calle, un domingo cualquiera.