Crossroads

Cuando las cosas se ponen sustancialmente feas,
hasta el punto en que los perros sarnosos
llegan a morirse a la puerta de tu casa,
es hora de ir al Crossroads.

Cuando todas las ventanas y puertas
de tu vida están cerradas
y en tu cavidad torácica
sientes un millón de quemantes lombrices
hartándote por dentro,
es hora de ir al Crossroads.

Cuando los imanes del insomnio
te han mantenido toda la noche despierto,
pensando en palabras mayores como Divorcio o Dinero
es hora de ir al Crossroads.

Porque en el Crossroads está Mike esperándote,
con esa sonrisa capaz de transmutar
la energía de cada una de tus células,
y la taza de café más auténticamente viril
que has probado en toda tu vida
tan auténticamente cobarde.