A un gringo

Hay que ver la cantidad de gringos
y canchitos que viven en Panajachel,
eclipsados una y otra vez
por la belleza insomne del lago.
Y está bien, la mayor parte de ellos
son buenas personas,
pero es de lamentar
que muchos pasan el tiempo
como deportados de la realidad,
sin saber nada de Guatemala,
de su carne y de su dolor,
o inventando para ella un dolor romántico
de caja de cereal.
Algunos ni siquiera hablan español.
No soy de ésos
que desde los tribunales de la envidia
lanzan sus flechas de xenofobia avanzada
y urgen a sus ciudadanos
a levantar grandes muros de block.  
Pero sí pido por favor
el pudor de la ignorancia.
Que no pretendan estos visitantes
que lo saben todo, y que conocen
el anverso y el reverso de las cosas,
porque nuestra historia es un toro
que sangra complejidad,
y en cuyo cuerpo los gusanos
cavan inexpugnables laberintos.
Te digo que aprendas, gringo.
Te digo que calles y aprendas, con nosotros.
Te invito a aprender.