Conocen, los artesanos, el oficio
de nacer y caminar.
Hacen sus collares
con el uranio de las estrellas.
Beben y dan de beber
a sus hijos
la sangre
cocinada a las doce
del mediodía
y a las doce
de la medianoche.
No existen o existen la mitad
del tiempo, o existen de otro modo.
Sus enfermedades son más reales.
Sus mujeres bellas y sucias.
El Führer los detesta.