Los ahogados

Ay
lentos amigos, para siempre lejos de la fiebre.

En la mugre de la asfixia
vieron su indudable rostro,
rumbo a Santiago.

Hoy vagan ennegrecidos
hacia las playas
o descienden,
y puede que por pudor
sólo vengan a saludar
en ciertas noches de queja.

Salgan ustedes,
hombro con hombro,
salgan a veces al sol.

Y que nada más se hunda;
y que todo por favor nade.

No queremos más
desde lo seco llorar.